EN EL CORAZÓN DEL ÁRBOL
Con los Oscuros pisándote los talones, consigues meterte en el estrecho hueco del árbol, teniendo que mover todos tus músculos y extremidades, acentuando el dolor en tu espalda, hasta que te encajas lo mejor posible entre las paredes del tronco hueco, recostándote contra este y acumulando ramas y hojas secas para tratar de tapiar un poco la visibilidad del hueco.
El interior se agranda más, así que, contra todo pronóstico, encuentras hasta cierta comodidad en donde te has refugiado. No hubiera sido mala idea hacerlo desde el primer momento, pero ahora se ha convertido en prácticamente una única solución posible.
Mientras tanto, puedes observar (aunque no te atreves a mirar en todo momento) cómo los Oscuros pasan muy cerca de ti, entre los alrededores, examinando las partes bajas de los árboles. Seguramente, de haberte quedado a los pies del árbol escarpado, te hubieran descubierto con un resultado fatal.
Las pisadas te aterrorizan, ya que se escuchan con todo lujo de detalle al impactar en la superficie del bosque. Pasados unos minutos, los cuales te resultan infinitos, respiras con mayor tranquilidad y consigues descansar lo suficiente como para salir de nuevo a la supervivencia.
No obstante, debes tener cuidado, porque el dolor en la espalda propiciado por la anterior caída se ha convertido en un hándicap para el resto de la noche, así que hay que tener cuidado.
Es hora de continuar el rumbo:
A. Sigues escuchando el río. Puede ser una buena idea ver si el cauce de este te conduce a algún sitio para conseguir atravesar el bosque y salir de este.
B. Tras ver el lugar por el que se han marchado los Oscuros, seguir por el lado opuesto, a conciencia de que podrías estar volviendo sobre tus pasos, lo cual puede no beneficiarte.
C. Con todo el valor posible, le sigues el rastro a los Oscuros para comprobar si pueden llevarte a algún sitio que esté cerca de la salida del bosque.